26 de Julio: Industrialización en Cienfuegos: ¿qué eramos y qué somos?

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Pese a constituir, desde el siglo XIX, uno de los principales polos en la producción de azúcar, con un puerto entre los mejores de la nación, el desarrollo industrial de Cienfuegos hacia 1958 era mínimo. No se explotaban todas las potencialidades: salvo las tres pequeñas plantas eléctricas de la urbe y otras obras en ejecución —como la Hidroeléctrica Hanabanilla, la Papelera Damují y la Planta de Tableros de Bagazo—, la realidad del territorio apenas distaba de aquella que Fidel Castro describió en el alegato La historia me absolverá, durante el juicio del Moncada.

“(…) Cuba sigue siendo —dijo— una factoría productora de materia prima. Se exporta azúcar para importar caramelos, se exportan cueros para importar zapatos, se exporta hierro para importar arados… Todo el mundo está de acuerdo en que la necesidad de industrializar el país es urgente, que hacen falta industrias químicas, que hay que mejorar las crías, los cultivos, la técnica y elaboración de nuestras industrias alimenticias para que puedan resistir la competencia ruinosa que hacen las industrias europeas de queso, leche condensada, licores y aceites y las de conservas norteamericanas, que necesitamos barcos mercantes, que el turismo podría ser una enorme fuente de riquezas; pero los poseedores del capital exigen que los obreros pasen bajo las horcas caudinas, el Estado se cruza de brazos y la industrialización espera por las calendas griegas”.

No por gusto fue este uno de los seis puntos fundamentales que enumeró el líder revolucionario al asumir su propia defensa, tras los hechos del 26 de julio de 1953, que removieron la conciencia nacional y abrieron el camino hacia el triunfo de enero de 1959. Con los cambios socioeconómicos que entonces comenzaron a gestarse, nuestra ciudad asumió un carácter industrial y las posibilidades de inversiones llegaron a ser numerosas.

Solo en los años 60 —apunta el arquitecto Aníbal Barrera Barcia en el libro Cienfuegos, La Perla de Cuba— el Gobierno Revolucionario tuvo que ampliar la capacidad de exportación del país, para lo cual implementó un programa de construcción de terminales para embarcar azúcar a granel, con muelles y almacenes especialmente diseñados para ese fin.

“ (…) en la zona de O’Bourke se erigió la tercera terminal de Cienfuegos, en su momento la mayor del mundo, con una capacidad de embarque de 1200 toneladas de azúcar por hora”. Además, fue proyectada la Fábrica de Motores Diésel, una de las más significativas dentro de la arquitectura industrial cubana.

Ya en la segunda etapa constructiva del periodo revolucionario, de 1970 a 1990, destacan por su relevancia la fábrica de fertilizantes (finales de la década del 60-1973), el puerto pesquero, el molino de trigo, la fábrica de elementos de riego por aspersión Vasil Leski, con tecnología búlgara (1975-1978); la fábrica de glucosa, la de pienso (1981) y la Refinería de Petróleo Camilo Cienfuegos (1990). También sobresalen las inauguraciones del Combinado Lácteo Escambray (1975) y de la Fábrica de Cementos Karl Marx (1980), así como la puesta en marcha de las unidades dos, tres y cuatro de la Termoeléctrica; hitos de un sistema de industrialización sin precedentes en la región centro sur de la Isla.

La crisis económica de los años posteriores, con la caída del Campo Socialista y el recrudecimiento del Bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, interrumpió el desarrollo de múltiples proyectos y ralentizó otros, al tiempo que conllevó a una obsolescencia tecnológica que ha costado resarcir. Sin embargo, la inversión extranjera se presenta en la actualidad como otra alternativa para seguir impulsando la industrialización, uno de los problemas cardinales que esbozó Fidel frente al poder judicial de la tiranía batistiana, luego de los Asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.