El arte suaviza la piedra; desencadena tempestades; apacigua océanos violentos. Se puede mirar el mundo a través del arte; mapearle obviedades y misterios; dibujar sus esquinas, sus abismos insondables y será, siempre, el mundo íntimo del artista o de quien aprecia la obra de arte; el mapa de las emociones del primero o del segundo.

Cada vez que escribo sobre el tema, pienso en los versos de Dulce María Loynaz: “Amor que llegas tarde, / tráeme al menos la paz: /amor de atardecer, ¿por qué extraviado /camino llegas a mi soledad?”

¡Qué soledad desgarradora la del final de su vida y qué forma, la del verso que emociona, de compartirnos desamores, sus más hondos e insatisfechos anhelos! ¡Cómo pudo aquella mujer frágil sufrir tanto y tan bellamente!

Ahí, a mi entender, radica la importancia del arte. En ese desafiarnos permanentemente a que revisemos qué es, para nosotros, lo bello/feo o lo aceptable/inaceptable, o quién sabe cuántos paradigmas estéticos y morales más… en ese ensancharnos la mirada hasta hacerla capaz de captar más allá del aquí, del ahora, del entorno inminente y catapultarnos, quizás, a las esencias más distantes, se nos hace imprescindible la creación artística.

Precisamente, en el reconocimiento de estas funciones sociales del arte y en la capacidad de materializar coherentemente la aproximación del producto y del talento artístico a los públicos, está el mérito mayor de la estrategia diseñada desde la Dirección Provincial de Cultura, en conjunto con las instituciones y organizaciones de ese sector en Cienfuegos.

Si Mahoma no va a la montaña… está en marcha, actualmente, un cronograma de giras que alcanzan las comunidades y asentamientos más alejados. Músicos, cantautores, artistas de la plástica, escritores, narradores orales, grupos comunitarios nacidos en las casas de cultura, participan en las expediciones que continuarán durante todo el mes de agosto. Comenzaron en julio, cuando la Covid-19 dio la primera oportunidad.

Como parte de la estrategia, se ha previsto que estas actividades tengan como escenario la escuela de cada comunidad. La escuela como símbolo, cómo núcleo de todo lo que puede ser, y es, aprendizaje; entretenimiento que nutre el alma y el pensamiento.

El niño y el joven necesitan esta oportunidad de ver algo diferente; de soñar algo diferente. Pero no debe limitarse a ellos este acercamiento. Ha de convocarse, también, a la familia, hasta donde lo permitan las capacidades del centro escolar y las restricciones impuestas por el nuevo coronavirus.

Y hacia este objetivo debe estar enfocado el hacer de los organizadores, responsables como son de convertir lo que está escrito en un documento, en acto cultural genuino.

Ha de pensarse en los aseguramientos logísticos; en el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias. Se ha de comunicar el acontecimiento a través de todos los canales disponibles y procurar que el mensaje alcance la mayor cantidad de personas.

El talento artístico de la provincia está ávido de encontrar a su público y este está ávido de opciones que refresquen este caluroso verano. ¡Hay que sacar partido y satisfacer tanta avidez por la cultura!

Como resultado, tal vez, ese mirar mundos diversos, despertará en cada quien voces que de tan adentro, se nos han vuelto inaudibles ante el ruido de lo cotidiano y emociones y sobresaltos, por qué no, como los que describe el trovador cienfueguero Ariel Barreiro en su canción Niña.

“… y estoy llenando todas las libretas de cecilines feos, enamora’os, tristes y es por ella/ y estoy que no regreso limpio, mira, que no doy merienda y bruto y mal habla’o y es por ella/ que me desvelo niñaaaaa…”.

El arte suaviza la piedra y hace, al menos un poco, más fácil el camino aun en la hora más difícil de nuestro andar.

Tomado de 5 de septiembre

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