De las siete hermosas bailadoras y cantadoras que tenia el cacique en su corte, seis perecieron en el naufragio de la piragua; la que había escapado a la muerte, -bien por su involuntario retardo al entretenerse en su tocado, o porque previamente fuera advertida por el behique que sentía por ella especial predilección-, llamábase Aycayia y era de las siete la más hermosa, la que bailaba con más arte y cantaba con más dulce y melodiosa voz.

Transcurrieron bastante años desde el día en que el bueno de Joseph Díaz se estableció en Jagua. El sol había curtido y tostado su rostro y el tiempo blanqueado sus cabellos; pero en contacto siempre con la madre naturaleza, ajeno a las angustias, trabajos y sinsabores que proporciona la civilización, gozaba de fuerza, salud y alegría, dispuesto siempre a ayudar con su esfuerzo y consejos a los sencillos siboneyes, y siendo por estos querido y respetado.

-  Eres tan llorón como Pamua.
-  Si, es una niña preciosa, pero hija es la tan criatura, mas llorona que Pamua.
-  Es un pechicato y un pedigüeño como Pamua.
-  No me importunes, eres tan majadero como Pamua.
-  Ten cuidado con Juan, es mas soplón que Pamua.

Más al Norte del bohío que según la tradición ocupaba la familia de Joseph Díaz, y ya en terrenos de Revienta Cordeles, se levanta un kiosco de cemento, construido por la bondadosa y caritativa dama cienfueguera, que tanto ama la tierra natal, la señora Teresa Rabassa, esposa del reputado comerciante y banquero Sr. José Ferrer.

Aquel kiosco es un piadoso recuerdo. Señala el preciso lugar en que se realizó el sacrificio de Mari-Lope. ¿Qué quién era Mari-Lope?

Al Sudeste de la hermosa bahía de Cienfuegos, se extiende una laguna salobre, en la que derrama parte de sus aguas el río Arimao. Es la laguna de Guanaroca, en cuya tersa superficie se refleja la pálida luna, la dulce Maroya de los siboneyes, productora del rocío y benéfica protectora del amor.

Según la leyenda siboney, la laguna de Guanaroca es la verdadera representación de la luna en la tierra. ¿Conoces la poética tradición, lector? Tiene sabor agreste y primitivo, muy propio de las sencillas creencias de hombres que vivían en contacto directo con la naturaleza bravía, exuberante y cálida.

Aipirí era una hermosa mestiza de Jagua prehistórica. Presumida, coqueta, parlanchina, muy dada a engalanarse con prensas de vivos colores, piedras y conchas, zarcillos y pulseras de guanín y adornarse la cabeza con flores del rojo más vivo para distinguirse de las demás mujeres y llamar la atención. ¡Qué linda era Aipirí! Esbelta, trigueña, de abundosa cabellera negra y ojos rasgados, de mirar insinuante, acariciador, provocativo.