El nasobuco, la ruta 6 y los imberbes irresponsables

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El nasobuco la ruta 6 y los imberbes irresponsables

Pasadas las 7:30 de la noche de un día cualquiera de epidemia y nasobuco, me apresto a tomar la ruta 6 en la parada del Hospital, de retorno a mi barrio: Pastorita, en la ciudad de Cienfuegos. A esta hora se aborda con facilidad, pocos pasajeros y porque ya comienza a oscurecer, la tarde está fresca y hasta soy candidata a un asiento con ventanilla. Se trata de un ómnibus de los conocidos como Diana, muy económicos, pero en contradicción, pequeños e incómodos.

Esta resulta una ruta vital para los cienfuegueros, nace en la expedición de 4 caminos y su destino final es el reparto de Junco Sur. Tiene su parada más importante en el Hospital, y atraviesa la ciudad de extremo a extremo, por lo que resultaría conveniente los pasajeros que la abordan contaran con un carro de mayor capacidad, como uno articulado que aparece como por arte de magia a ratos en la ciudad, y que creo, transporta a obreros hasta el puerto pesquero.

Volvamos a la tarde-noche de un día fresco, ruta 6, pocos pasajeros, y un chofer que cobra, derrama una solución de hipoclorito en todas las manos con un spray improvisado, y pide, amablemente, a algunos pasajeros indolentes, que se coloquen el nasobuco, cuando a estas alturas, su uso debería ser tendencia.

Guardo mi entretenido teléfono en el bolso, porque cuando escucho por tercera vez, “póngase el nasobuco”, quiero mirar el rostro de los indisciplinados y hasta tomar partido. Esa misma mañana había estado en una conferencia de prensa de Salud, visto las ojeras de quienes trabajan 24 horas en el Puesto de Dirección y Vigilancia, y escuchado a especialistas, volver sobre el tema de la protección y la responsabilidad del pueblo en evitar el contagio y transmisión del SARS-CoV-2.

¿Y cómo quedo yo, y mis colegas, gastando, literalmente, un teclado en divulgar la conveniencia de protegernos y proteger al prójimo? Lanzando al éter miles y miles de mensajes de bien público, y exhibiendo en la televisión spots y materiales audiovisuales, entrevistas, programas enteros, dedicados a “convencer” a nuestra gente de que el nasobuco, entre otras medidas de protección, es la única vacuna con la que contamos, por ahora.

Entra un trío de muchachos, y tras ser requeridos por el chofer, se colocan de mala gana las mascarillas, se sientan casi al final del ómnibus, y acto seguido, se las dejan correr a las barbillas, imberbes también de responsabilidad. Y dos o tres pasajeros comentamos en voz alta el suceso, entre ellos personal de Salud que se traslada a casa a esa hora, superando su horario de trabajo normal.

De repente, otra pasajera sentada detrás del grupo inquisidor emite un desagradable comentario, obviamente en defensa de lo indefendible, el derecho de los “desnasobucados” a romper normas sanitarias establecidas, e irrespetar a sus congéneres.

Y por supuesto hubo careo, aunque los imberbes ni se percataron de que era con ellos, quienes en su propio egoísmo, no se enteraron siquiera de que transgredían normas, y ponían en peligro la salud de sus compañeros de pasaje de la ruta 6, esa que recorre la ciudad de lado a lado, y que es abordada, en su mayoría, por personas que van o vienen desde el Hospital Provincial.

A veces los periodistas creemos que somos leídos, escuchados o vistos, y que para quienes trabajamos agradecen que gastemos horas en divulgar noticias, informaciones, mensajes, esos que requieren de una retroalimentación con los públicos; pero recibir un feedback de defensa a ultranza a lo mal hecho, eso, sinceramente, no se espera.

Varias son las conclusiones que podríamos sacar de esta experiencia negativa, sucedida en las inmediaciones del reparto Pastorita, cuando ya el ómnibus de la ruta 6 casi llegaba a su destino: el chofer necesita de un ayudante o conductor, que bien podría encontrarse en un movimiento de jóvenes estudiantes, a quienes se les podría, por qué no, hasta remunerar; que para cubrir esta ruta se escoja, al menos en los horarios pico, un ómnibus más grande que las Diana, y no tenga que “dejar” a personas que van a un turno médico; y por último, que no es suficiente con la campaña que se ha desplegado por la protección y uso del nasobuco, con la nariz dentro y bien ajustado, debemos ir por más, hasta que esta sea tendencia y una prenda común y no de elección, que nos proteja y proteja.