Una nueva desgarradura hiere a Cuba.
Nos llega en forma de incendio de grandes proporciones, dejando huellas de humo espeso, heridos y desaparecidos.
Otra desgarradura nos arranca la tranquilidad y el sosiego, mas no ha habido demora en tomar las decisiones y actuar para preservar, por encima de todo, la tranquilidad de la ciudadanía y el preciado tesoro que es la vida.
Nuestros ojos y corazones, ahora mismo, están en Matanzas. Con ellos palpitamos para solucionar tan inesperada e infausta situación.
Insuflamos energías a los bomberos, rescatistas y demás personal especializado que , allí, en el lugar de los hechos ponen empeño y pericia para cerrar el paso a las llamas.
Y, por supuesto, no se ha hecho esperar la solidaridad. Desde dentro y fuera de Cuba, recursos humanos y logísticos han sido dispuestos. Una hermana, Matanzas, lo requiere, y sin más dilaciones que las que implica la transportación llega.
Lo han dicho muchos: Matanzas duele y mucho. Pero existe la certeza de que de esta también saldremos.
Me uno al clamor de todos: #FuerzaMatanzas. También puedes contar conmigo.