El mensaje de la bahía

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El mensaje de la bahia

 

No fue Yemayá, orisha que sintetiza el origen de la vida en el agua salada de los mares y es madre de los peces, la que se hizo eco del mensaje. Fueron varios cienfuegueros “de pura cepa”, admiradores de las bellezas extraordinarias de la ciudad cabecera de esta provincia, quienes se acercaron al periodista para proponer que escribiera sobre la Bahía de Jagua.

“Hay que hacerla revivir”, dijo uno. “Parece un lago muerto”, afirmó otro. ¿Por qué no explotar sus bellezas incomparables?, indagó un tercero.

Y confieso que me estimularon el pensamiento. Fui entonces al archivo de fotos y repasé una por una las que contienen imágenes de la rada. Mientras más las observo, más atractivos encuentro. Son únicos los amaneceres y atardeceres; quizás los más lindos del país. Observar la tranquilidad de las aguas, cuando el viento y las brisas se “recogen”, aporta paz, tranquilidad…, e incita a la meditación.

Y vuelve entonces la interrogante: ¿Qué podría hacerse para convertirla, como en etapas anteriores, al parecer olvidadas y perdidas en el tiempo, en un sitio de atracción y recreo para los cienfuegueros y visitantes?

En la Perla del Sur no hay muchos lugares donde asistir para “desconectar”, con precios razonables y actividades llamativas. La Bahía podría romper el mutismo y despertar una vez más, a pesar de las existentes limitaciones financieras y de medios y recursos.

¿Dónde está la patana que en varias ocasiones han atracado muy cerca en el Malecón y en ella se puede disfrutar de una oferta artística y gastronómica muy atrayente? La última vez fue anunciada en los medios de comunicación con “bombos y platillos”, pero duró poco, como un merengue en la puerta de una escuela.

¿No es posible habilitar una embarcación que permita hacer un recorrido por la bahía y que los “navegantes eventuales” tomen algunas cervezas o tragos de ron y comer pescado frito o algún otro “saladito” acompañante, aunque sean con precios marcados por la inflación? Y lo pregunto porque me resulta inolvidable el haber podido disfrutar de una posibilidad como esa en una provincia del oriente cubano.

Las lanchas rápidas que tanto público reunió a orillas de la bahía no podrán volver, porque la logística y el montaje de la competición resultan muy costosos e inalcanzables en tiempo de crisis.

Pero, ¿acaso es tan difícil organizar actividades los fines de semana, como competiciones de remo o desfiles de embarcaciones engalanadas, con la correspondiente premiación a las más sobresalientes? No debe olvidarse que la rada cuenta con la mejor pista acuática del país.

También me pregunto (aunque no he indagado al respecto con fuentes oficiales): ¿Desaparecieron para siempre las bicicletas acuáticas? Imagino haya que importarlas si se quieren nuevas, pero puede ser que algunas estén almacenas y con roturas y resulte factible reactivarlas con soluciones e innovaciones made in Cuba.

Ideas y propuestas pueden existir muchas. Nadie tiene en sus manos la “llave de los truenos” para accionar de inmediato. Pero sería bueno pensar en el asunto, colegiar proposiciones y, sobre todo, actuar lo antes posible para volver a “despertar” la bahía cienfueguera y responder de algún modo a los mensajes permanentes que emiten sus 88,46 Km2.