Entre el dengue y el oropouche en Cienfuegos

No hay que tener 40, más dos líneas de fiebre, para acordarse de que la matica de malanguita no se le ha cambiado el agua en 15 días; ni sentir un dolor reventando la cabeza para correr a tapar los tanques del patio. Esas medidas, hay que hacerlas sí, pero desde siempre.

No espere que vengan de fuera a matarle los mosquitos  de casa, controle usted mismo  porque en definitiva es una acción que repercute en la salud de sus seres más queridos.

Si se pone a analizar el hecho de que vengan personas extrañas a su casa para decirle donde están las larvas, donde están los charquitos de agua, o donde  hay enyerbamiento en su patio, es como que alguien ajeno a su vivienda venga a decirle: debes fregar ahora, limpie la cocina  después, o desinfecte el baño.

Para el caso es igual, pues todo ocurre en la intimidad de su hogar, con la diferencia que estas últimas acciones le proporcionan más higiene y confort,  pero  aquellas otras tareas de no realizarlas con sistematicidad le van a provocar muy rápido el dengue o el oropouche, virus de moda en Cienfuegos.

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Ya estamos en temporada ciclónica, no hay mejor excusa para limpiar los almacenes innecesarios de todo tipo de desechos plásticos, gomas viejas, baterías y piezas rotas en casa, -desde el patio a la  azotea-, que hacen acumular la suciedad y agua con las lluvias recién llegadas de junio.

Pero cuando termine con la limpieza de su casa, mire en derredor, porque usted no está viviendo en una urna de cristal, afuera hay miles de reservorios donde vive feliz, pero que muy feliz el mosquito de la especie que sea.

Acostumbrados a que Comunales venga a chapear la cuadra, dejamos crecer la yerba, dejamos acumular la tierra que encharca el agua de lluvia, y depositamos mal los desechos sólidos, para que se esparzan y tupan tragantes.

Y eso ocurre en nuestro propio barrio, ese mismo barrio  que es la parte más pequeña de lo que llamamos Patria, al que le han cantado tantos grandes artistas, que creen que entre “pueblo de ensueños y abrazos compartidos”, “hay un barrio que canta en el caimán del Caribe”

Por ello por qué no apelar a esos ensueños y abrazos y mover montañas, y con convocatorias espontáneas  invitar a  los jóvenes  y adolescentes del barrio, para un sábado o domingo “caerle” con todo a la cuadra y dejarla como nueva.

Si se hace en su cuadra, en el barrio de al lado o en el mío, seguro Cienfuegos tendrá mejor limpieza e imagen, y peores escondites para los mosquitos, por el bien de nuestra salud y la de todos.

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