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Siempre me he preguntado cuánto tiempo les toma vestirse con tantos aditamentos. ¿Qué vestuario lleva cada segmento del Hospital? ¿Cómo lidian los médicos, enfermeros, laboratoristas, con tanta ropa encima? Y esas fueron las primeras preguntas que hice a Ellismery.
Cuando conseguí su número — y el de otros dos enfermeros de la brigada “Victoria Bru”, que laboró en el Hospital Naval de La Habana— no imaginé que luego de catorce días de dura faena con pacientes graves y críticos, en la terapia intensiva de la institución, me atendiera con tanta dulzura.
Me contó que tras llegar al Hospital Naval de La Habana (uno de los centros de atención a pacientes confirmados con COVID-19) fue la única entre sus colegas de Cienfuegos ubicada en la Sala Polivalente de Cuidados Intensivos.
Obviamente no fue obra de la casualidad: la licenciada en enfermería Ellismery Orihuela Luciano tiene una especialización en Terapia Intensiva.
Entrada y salida de la zona roja
Describe la rutina de protección con tal exactitud, como si durante el diálogo colocase sobre su cuerpo cada atuendo para iniciar el turno en Cuidados Intensivos.
“Primero nos poníamos las botas, el gorro y un primer nasobuco. Después de estar vestidos así, nos volvíamos a poner otro par de botas, gorro y nasobuco, y encima de todo eso usábamos el traje para entrar a trabajar con los pacientes. Este último viene acompañado de otro nasobuco, su propio gorro y botas. También nos poníamos tres pares de guantes, y las gafas protectoras.”
“Cuando uno cruza la línea roja, ya no puedes tener contacto con ningún otro personal, sólo con el paciente que está dentro del cubículo”
“Al entrar debía siempre ponerme una sobrebata. Para salir del cubículo tras terminar de atender al enfermo, dejábamos dos de los tres pares de guantes y la sobrebata, recibíamos una fumigación con hipoclorito por encima del traje, para luego sentarnos a escribir las historias clínicas,” narra pausadamente la enfermera cienfueguera, en tiempos normales trabajadora del cuerpo de guardia de urgencias del Policlínico de la Ciudad Nuclear (CEN), de Cienfuegos.
Al escucharla me convenzo. Ellismery aún no percibe el acto de coraje que acaba de protagonizar.
Con minuciosidad reconstruye el cronograma de salida de la zona roja, donde cada paso cuenta, advierte.
“Primero nos retirábamos las gafas. Después, las botas colocadas encima del traje blanco, y luego nos quitábamos el traje, desde arriba hacia abajo, sin que salpicara, de forma tal que fuese quedando envuelto, hasta retirarlo completamente. Una vez sin el traje, nos quitábamos los gorros, los nasobucos, y por último pasábamos al baño para asearnos y salir a la zona limpia”
Brigada Victoria Bru, una página de honor…
Esta profesional de la salud llegó a La Habana el 30 de abril pasado, al frente de la brigada “Victoria Bru”, de enfermeros cienfuegueros que extendieron la mano a colegas de la capital.
“Todos tenemos perfiles en terapia intensiva, con diplomados o especializaciones en esa área de atención al paciente grave”, cuenta Orihuela Luciano (también responsable de la brigada) y agrega que, al llegar al Hospital Naval, sus colegas resultaron ubicados en diferentes servicios de la institución como el Cuerpo de Guardia, Cuidados Especiales, Salas de Observación y Medicina.
“No tuvimos temor en el momento de interactuar con el paciente. Debíamos hacer los procederes habituales de la enfermería como aspirarlos, bañarlos, brindarle todos los cuidados posibles, siempre presentes las normas de bioseguridad”, aclara la “seño”, quien recuerda con afecto el agradecimiento de un paciente salvado en el Naval.
“Fue precisamente un médico intensivista, contagiado con la COVID-19. Él tuvo una evolución un poco tórpida, fue llevado a la Terapia Intensiva, y lo atendimos allí. Al ser dado de alta experimenté esa emoción de cuando te dan las gracias, te dicen cuídate, esa emoción es incomparable con nada… es única”, relata la profesional de la salud, sin poder disimular su voz entrecortada.
La familia…
Hoy Ellismery Orihuela Luciano cumple el período de cuarentena, indicado a profesionales de la Salud que atienden pacientes positivos a la COVID-19.
Gracias a la tecnología sale a la luz su historia, días antes de descender del ómnibus que la traerá de vuelta a casa.
También se adelanta y besa mediante estas letras a los suyos:
“A mi familia muchas gracias por todo el apoyo, por esa confianza que siempre tienen en mí, siempre me decían tú puedes, aquí estamos contigo,” dice mientras empequeñezco de este lado de la línea ante tanta valentía y reverencio a esta mujer que, intuyo, aún no percibe el acto de coraje que acaba de protagonizar.
Tomado de Radio Ciudad del Mar
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