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¿Por qué aún no encaja la venta de productos esenciales por la libreta en Cienfuegos?

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Hace varias semanas se retomó la venta normada de tres artículos de primera necesidad por la libreta de abastecimiento, en los puntos y tiendas de las cadenas recaudadoras de divisas. Constituía un reclamo de parte de la población; no de toda.

Por supuesto, las expectativas eran muchas, como quiera que, por un lado, debía ser una distribución más equitativa de productos como aceite, pollo y detergente, y por la otra, de cierta forma era una medida contra los coleros, revendedores y acaparadores que lucraban con esos surtidos básicos: en especial para beneficio de aquellos sectores más vulnerables de la sociedad.

Todo parecía indicar que esta vez la experiencia funcionaría mejor, pero…el primer síntoma de alarma lo conocí a través de mi vecina Yusimí.

Pues resulta que al núcleo familiar de la susodicha, asentado en el bodega El Junco, conocida popularmente por Montoto, le correspondía comprar en el punto de TRD del reparto de Junco Sur. Tal y como estaba establecido fue a su unidad de comercio para conocer la fecha de la oferta: “viernes cada quince días, pues hay que alternar con los consumidores de otra tienda”, le dijeron.

Yusimí fue puntual y marcó su cola, aunque de antemano sabía que llamarían por el número de la libreta y ella tenía el 643. Se le cayeron las alas del corazón, para decirlo en buen cubano, cuando le comunicaron que la venta de pollo solo llegaría hasta el número 23. Con más optimismo volvió a acudir la próxima semana y la cantidad de paquetes de la carne avícola fue invariable.

Así las cosas, y de continuar a ese ritmo de oferta de 23 semanales, mi vecina acudió a la matemática y las cuentas arrojaron que en su casa podrían comerse un muslo de pollo por esa vía para julio del próximo año; eso con buen tiempo. En honor a la verdad, no ocurrió así para la adquisición del aceite, toda vez que hasta la fecha de redactar el comentario ya han asegurado dos litros en igual número de vueltas, en tanto esperan por el detergente, que cuando llegó por primera vez estuvo asociado al fatídico guarismo cercano al 23.

Sin embargo, la situación, que pudiera parecer anecdótica, no es en realidad un ejemplo aislado. Hay referencias de que en otros asentamientos de la localidad también se dan hechos similares e incluso algunos comentan de las ventajas para quienes están vinculados a las tiendas y puntos de venta de la Corporación Cimex. Otros hablan lo contrario, motivado todo por la desorganización existente.

Varias personas se quejan de que, además de aceite, pollo y detergente, en determinados centros expenden otros artículos por la vía de la libreta, lo cual nunca fue comunicado, pues solo se habló siempre de los tres productos estrellas.

Dichos lectores manifiestan a nuestra redacción que estas ventas extras generan otras colas paralelas (además de las hechas para las tres productos esenciales) y que con tantas colas, para los cienfuegueros se está convirtiendo en una verdadera esclavitud seguir todo estos productos, día a día, sin conocimiento real de cuándo van a llegar y, sobre todo, en qué niveles, que es la otra cara bien complicada del asunto y del cual nadie sabe su respuesta.

A otro problema relacionado con la retomada experiencia se refieren lectores que compran en la bodega del Bar Pedro, quienes expresan su disgusto por tener que comprar en La cuevita (un punto próximo al cine Jagua), cuando tienen varios puntos mucho más cercano. Otros que compran en la bodega La Vizcaya (en Tulipán) deben acudir a El sótano, un punto ubicado en el edificio frente al semáforo de la circunvalación, carretera a Caunao, casi kilómetros distante y sin conexión de transporte. Alucinante.

Para ninguno es un secreto la situación económica que vive el país, cuando además de las dificultades derivadas de la pandemia provocada por la Covid-19 a escala mundial, se han arreciado las medidas de asfixia impuestas por el cruel bloqueo del gobierno de los Estados Unidos.

El Estado cubano tiene que hacer malabares para abastecer diariamente de productos elementales a la red de mercados a todo lo largo y ancho de la Isla, donde más de once millones de compatriotas, sin excepción, la mayoría depende de las gestiones gubernamentales para poder surtir de lo elemental a esa población, sin dejar de atender el consumo social, léase hospitales, escuelas internas y seminternas, hogares de ancianos, círculos infantiles, amén de otros destinos priorizados.

Cienfuegos no escapa a esos designios. Luego, a todas luces se trata de perfeccionar mecanismos de planificación y organización de los escasos recursos que tenemos, de modo que lleguen con mayor uniformidad y equilibrio a toda la red comercial, a fin de que no se dé el caso —como ocurre en muchas zonas de la ciudad—, de que a menos de cien metros de distancia un punto de venta esté por el segundo ciclo de pollo y le falte el aceite o detergente, y otro permanezca a la espera, y viceversa.

Algo está fallando y hay que arreglarlo, pues como bien señaló 5 de Septiembre al reinicio de esta experiencia con el pollo, el aceite y el detergente, “debía primar una mayor organización que la vez anterior”, cuando es cierto que muchos se beneficiaron, pero también no pocos quedaron enojados, al recibir un mal servicio signado por estas mismas dificultades y asimetrías en la distribución que ahora estamos viendo de vuelta.

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