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Peñas culturales en Cienfuegos: Enmohecimiento y reciclaje

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peas culturales en cienfuegos

 

Durante estos días, en que se convoca al aislamiento social, es oportuno deliberar sobre la cultura de esencias y sus derroteros, en tanto experiencia que puede utilizarse en cuanto volvamos a la “normalidad” y reeditemos los espacios dedicados a las artes.

Sucintamente, nos gustaría aludir al tema de las peñas y sus entramados comunicacionales. Por sobreentendido, hablamos de las de tipo cultural, que contemplan a las expresiones artísticas, estimulan el interés por la cultura propia y avivan el respeto a la identidad.

Justamente, en la década de 1980, las peñas (en el contexto en que se crean las instituciones básicas de la cultura) tuvieron un invaluable éxito entre los públicos, no solo porque proporcionaban espacios a los hacedores sureños y dinamizaban la vida nocturnina de los ciudadanos; también porque entonces las ofertas eran reducidas y el entorno favorecía la presencia de artistas consagrados de otras regiones de la isla.

Esta pujanza se ve afectada por el llamado Período Especial y no se revierte hasta años después, especialmente las que giraban en torno a agrupaciones o figuras locales y de genuina trayectoria. En el caso de Cienfuegos, varios llegaron a imponer su personalidad: Rosa Campos, Belkidia López, Los Naranjos, Los Novo… Estos y otros muchos proyectos (hasta hace poco cerca de sesenta en la provincia) llegaron en algunos casos a cubrir ciertas urgencias estéticas de nuestros perceptores, aunque con los años muchos desaparecieron u otros sencillamente se adaptaron a las fórmulas y cierta perspectiva monotemática en el ejercicio de la programación.

Hoy abunda una concepción enmohecida, desconocedora de los intereses de los públicos: sobre todo del joven.

Se pierde igual un poco el sentido de la familiaridad para impostarse al peñero ejecutante, ignorándose que este gremio con enfoque grupal tiene como función promover el cambio y el reconocimiento del arte desde la legitimación popular. ¿Se ha estudiado la aceptación de los públicos? ¿Se tienen en cuenta las exigencias a partir de los grupos etarios? ¿Los proyectos artísticos, sobre todo las amenidades musicales, responden a las necesidades de las instituciones? ¿Existe una caracterización de esos espacios? ¿Alguien investiga estos impactos? Por otro lado, no se trata solo de colocar a buenos o sensibles artistas, sino de saber cuál es el adecuado para cada sitio.

En la actualidad (a diferencia de aquellos años en que se actuaba por amor al arte) las peñas tienen muchísimo mayor apoyo económico e institucional y hasta se insertan a la comunidad a través de los programas o proyectos socioculturales; empero, las marcas en los públicos no son muy significativas. Apenas suelen presentarse en estas peñas los amigos y familiares de los artistas, o las mismas personas de siempre, y el o los anfitriones disponen del reciclaje de un número limitado de temas a interpretar, para justificar los pagos (nada exiguos, reiteramos). Y así pasan y vuelven a pasar águilas por el mar.

Unas pocas, sí, han merecido el encomio, como ocurre con la Peña Campesina, otrora ubicada en el Parque Villuendas, la más longeva de la isla, que ha sobrevivido por más de ocho decenios y hace unos años fue desarraigada de su medio natural.

También se hace necesario remover los proyectos de manera que se abran a la diversidad de propuestas (sin que se afecte la referida caracterización), a la renovación periódica de los repertorios, a la tenencia de una escaleta o guion sólido que permita la coherencia y fluidez de las interpretaciones artísticas, cierta puesta en escena y hasta la democratización de los espacios, teniendo en cuenta la gran cantidad de creadores sin insertarse en proyecto alguno.

Las peñas en la ciudad escasamente persisten como promotoras de emociones e ideas, habida cuenta de que no trascienden en una dimensión estética como hecho cultural (no estamos hablando de la calidad de los intérpretes, sino de la acción como sentido) debido a la ausencia de renovación, una seña imprescindible para la perennidad.

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