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Subida de precio oportunista y abusiva de cocheros de Cienfuegos

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Subida de precio oportunista y abusiva de cocheros de Cienfuegos

La alternativa de llegar al barrio en coche tirado por caballos vuelve a ser una opción cuasi obligada ante la es­casez de combustibles que hoy se pre­senta como una problemática de la so­ciedad cubana, explicada por nuestros dirigentes y la prensa nacional.

Pero si alguien imaginó que el pre­cio continuaría igual, al con toda lógi­ca valorar que el equino solo necesita hierba para alimentarse, error, porque tal parece que la recién brotada hierba como anuncio de la primavera también ha subido de gravamen, en este mare­mágnum de valores que tienen hoy los bienes y servicios.

«Yo tomo un coche desde el parque Villuendas hasta el policlínico de Pue­blo Griffo todas las mañanas», cuenta una enfermera de la propia institución médica. Hasta hace unos días me costa­ba 10:00 pesos, pero ahora ha subido al doble, es decir, son 40.00 pesos de ida y vuelta, cuando regreso a casa en las tar­des; sin embargo, el salario sigue iguali­to, no ha cambiado ni en un pesito».

«Creí que los cocheros resultarían una ayuda, ahora que tenemos tantas difi­cultades para transportarnos, pero de eso nada, lo que han hecho varios de ellos es subir el pasaje de 10.00 pesos a 20.00, el doble», comenta otro poblador de Pueblo Griffo».

«Es el oportunismo a grado extremo», califica el hecho un lector en carta a nuestra redacción.

“¿Dónde están los inspectores? ¿Has­ta cuándo se permitirá esto, si los sala­rios permanecen igual y, por otro lado, los coches no emplean combustible?, ¿cuál es la razón de este abuso de los cocheros con sus semejantes?”, se pre­gunta un internauta en Facebook.

El problema es que el fenómeno ocurre a la vista de todos, sin que me­die la actuación de autoridad alguna, y es que las situaciones de crisis, ade­más de preverse, necesitan de medidas de contención que no recaigan en los bolsillos de la gente trabajadora, esa que hace malabares para que el sala­rio alcance, incluso, para trasladarse hacia sus puestos de trabajo, allí don­de son necesarios en el empuje, con todas las fuerzas, de la maltrecha eco­nomía cubana.

«Sí, pero la gente no se da cuenta que todo sube, los sacos de hierba para dar de comer a los caballos, las gomas, llantas, y todo lo que lleva un coche también se ha encarecido, eso sin con­tar lo que necesitamos para mantener a las familias; todo cuesta un ‘congo'», alude a modo de justificación injustifi­cada uno de los cocheros que cubre la ruta Villuendas-Pueblo Griffo.

Es la justificación que se erige como respuesta a todas las subidas indiscri­minadas en el frente privado, aunque el salario permanece igual, reiteramos, como igual se mantienen servicios públicos gratuitos y otras bondades de este país, para quienes abusan y no: Salud, Educación, Seguridad ciu­dadana…

A una verdadera carrera contra reloj se lanzan las personas que necesitan trasladarse desde diferentes puntos de la ciudad hasta sus trabajos o centros de estudios, cuando la puntualidad ha dejado de ser un medidor, porque us­ted sabe a qué hora sale de casa, pero resulta una incertidumbre la llegada, o retorno al hogar en las tardes, para en­frentarse a la cocina, el lugar donde ver­daderamente los cubanos devenimos en magos del fogón y el plato.

«Tengo un compromiso con mis pa­cientes, el de estar a las 8:00 de la ma­ñana en el Policlínico, y el de sustituir a mis colegas que estuvieron allí toda una noche; la gente que acude al Cuer­po de Guardia del Área de Salud no puede esperar, pues esas personas van a vacunarse, tienen un dolor, están he­ridas o vaya usted a saber, pero no tie­nen que esperar ni deberían. ¿Y cómo quedamos entonces?». Me responde una enfermera con una pregunta para la que no encuentro respuestas.

Sin embargo, alguien debe y tiene la obligación social de velar porque no ocurra este fenómeno negativo, demos­trado con presencia en las paradas de coches, para no permitir que el hombre no se vuelva en lobo del hombre, porque cuando pase, entonces estaríamos dando un paso en reversa en la evolución huma­na, y eso no podemos permitirlo.

Las crisis generan crisis, eso lo sabe­mos de sobra; pero que no sean de solidaridad, por favor.

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