Luego de par de semanas de accionar competitivo, concluyó la versión número 60 de los Juegos Escolares Nacionales de Alto Rendimiento. Y tras una porfía que se tornó histórica y que mantuvo a muchos en vilo hasta el minuto final, Cienfuegos cumplió su objetivo de mantenerse entre las tres primeras provincias del país en la importante cita multideportiva.

Dentro de unos días cumpliré 24 años atendiendo la esfera del deporte desde la prensa, y aunque en todo ese tiempo, lógicamente, he tenido la oportunidad de vivir grandes emociones y momentos inolvidables, considero que estamos en presencia de la mayor proeza del movimiento deportivo de la Perla del Sur.

Los cienfuegueros no escondieron sus intenciones de mantener la tercera plaza nacional lograda en la versión anterior, e incluso hicieron público el propósito de ir por el segundo escaño, ambiciosa meta que estuvieron a punto de hacer realidad.

Confieso que en ningún momento dudé de las posibilidades de los nuestros, aunque existían mil razones para hacerlo, la de mayor peso una situación epidemiológica que nos afectó más que a otros territorios, y por la cual muchos de los atletas sureños tuvieron que competir sin estar totalmente en forma, y en algunos casos ni siquiera pudieron hacerlo.

Para nadie es un secreto que se trata de una de las provincias más pequeñas de la nación, por consiguiente, con menor número de habitantes y practicantes, y por si fuera poco una de las de peor infraestructura deportiva en Cuba.

Por eso asombra la titánica actuación, que ubicó a la delegación en la tercera plaza con acumulado de 460 puntos, solo aventajada por los históricos: La Habana (615) y Santiago de Cuba (487), dos de las potencias históricas.

Y si para muchos es increíble que mantuvieran el tercer escaño, más lo es que volvieran a ubicarse en la segunda posición por el número de medallas, con histórico total de 223 preseas, tras sumar 76 títulos, 77 subtítulos y 70 medallas de bronce.

En múltiples ocasiones he aprovechado cualquier escenario para elogiar a atletas y entrenadores de casa, a los cuales califico, en lo personal, como los mejores del país. Y es que a enormes limitantes se enfrentan con extraordinaria entrega, pasión, sacrificio, voluntad y deseos de triunfo. Esas son las claves para conseguir proezas como la que acaban de protagonizar.

Justo es reconocer que los lauros que hoy exhibimos son el fruto de muchos años de labor, por lo que llegue el aplauso a varios que ya no están, y a otros que, a pesar de los pesares, se han mantenido firmes al pie del cañón. Y también justo es destacar que las medallas y premios llegan además gracias a todo un ejército de personas que contribuyen a esos resultados, como directivos, metodólogos, aseguradores, personal de mantenimiento, docentes, padres y todo el que de una manera u otra sirve de apoyo al deporte.

Hace unos años, cuando Cienfuegos alcanzó un sexto lugar nacional, más de uno lo calificó como algo casual. Pero luego vino el quinto, el cuarto, el tercero, para demostrar que más que casualidad, se trata de seriedad y en el trabajo.

Lo que era sinónimo de quimera se ha convertido en una palpable realidad, y ya todos miran a Cienfuegos como uno de los principales rivales en la justa deportiva más importante de nuestro país, la cantera.

El éxito es de todos, pues de todos llegó el aporte para conseguir la meta propuesta. Pero sin dudas, las palmas esta vez para el tiro con arco, la esgrima, el bádminton y la gimnasia artística, todos ocupantes del lugar de honor. Un aparte para la arquera Clara Beatriz Duarte Hernández, que dejó a todos atónitos con sus ocho medallas de oro y su par de récords nacionales. A la postre, la menudita muchacha fue reconocida como la mejor atleta de la Agrupación de Tiempos y Marcas, durante la ceremonia de clausura de los Juegos.

También destacaron la natación artística, natación (impresionante cosecha de 44 metales con 13 de oro, 13 de plata y 18 de bronce), patinaje, remo, tenis de mesa y fútbol, dueños de la segunda plaza. Y el ciclismo, la pelota vasca y las velas, que concluyeron en el tercer escalón.

Por su parte, canotaje (liderado por los cuatro títulos de Lismary Bombino), levantamiento de pesas, pentatlón, triatlón, voleibol, taekwondo y polo acuático finalizaron cuartos, el tenis terminó quinto, y la gimnasia rítmica concluía séptima.

El resto de los deportes: hockey (8), tiro y voleibol de playa (9), lucha (10), ajedrez (11), atletismo (12), judo y kárate (13), béisbol y boxeo (15). Cienfuegos no participó en baloncesto, balonmano, clavados y softbol femenino.

Válido también el reconocimiento para nuestros deportistas con discapacidad, que mejoraron la actuación del pasado año y quedaron octavos con 52 unidades. Aquí las mayores alegrías llegaron con el cetro en el parabádminton. Además, Cienfuegos se ubicó quinto en el tenis de mesa, séptimo en la natación y décimo en atletismo, mientras no participó en el judo. Santiago de Cuba, Granma y Villa Clara lideraron el accionar de este importante e inclusivo apartado.

Quizás para algunos quedó el sinsabor de que pudimos desbancar a los santiagueros de la segunda plaza. Pero opino que lo más importante es la confirmación de Cienfuegos como potencia emergente del deporte escolar cubano, la que dejó de ser sorpresa y hoy es respetada por todos.

Como siempre vendrán revisiones y análisis, pues ahora fueron dos las disciplinas ubicadas en el cuarto cuadrante (béisbol y boxeo), una más que en la pasada cita. También se estudiarán las causas por las cuales hubo retrocesos en varios deportes, entre ellos el polo que después de varios años reinando no consiguió el título. Y se comenzará a fraguar la próxima aventura, con sus metas y sueños que de seguro volverán a ser ambiciosos.

La pregunta es ¿hasta dónde podrá llegar Cienfuegos? Aquí estaremos para contarlo.

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